domingo, 3 de febrero de 2013


Socialismo del Siglo XIX

El socialismo del siglo XXI que el Gobierno pretende implantar en Venezuela no tiene nada de novedoso, pues se basa sobre el marxismo expuesto por Karl Marx en el siglo XIX.

El marxismo se caracteriza por una interferencia agresiva e institucionalizada contra la propiedad privada, y el control de la economía. El Gobierno evidencia esta política mediante las más variadas intervenciones, nacionalizaciones, estatizaciones, expropiaciones, acosos fiscales e impositivos y controles económicos de manera exagerada. La motivación para justificar esta intervención se basa exclusivamente en los defectos del capitalismo sin ninguna consideración acerca de los problemas que resultan de la sustitución de un sistema de producción privado –cuyo objetivo central es la generación de valor económico– por otro cuyo objetivo central es exclusivamente social.

La pretensión de que el marxismo es un sistema superior de organización económica colapsa cuando se demuestra que sus efectos negativos son más acentuados que los problemas que genera la economía de mercado, los cuales trata de corregir. El resultado de esta política ha sido la escasez de alimentos, reducción de la producción de los bienes regulados, déficit habitacional, desestimulo al empleo, disminución de inversiones, quiebras, fuga de capital y mayor dependencia del petróleo para generar ingresos y corrupción.

El marxismo también pretende una superioridad moral frente a la economía de mercado, al promover una sociedad igualitaria y sustituyendo la propiedad privada por una social, ejercida por el Estado. Sin embargo, la estatización de la economía crea otra desigualdad aun más perversa: la desigualdad política. El control de los bienes productivos por el Estado paternalista tiene como resultado que sea el grupo político en el poder quien decida el cómo, cuándo y para quién de los recursos, bienes y servicios. Esto se evidencia en la exclusión laboral, económica y social de aquellas personas que no pertenecen al partido de gobierno, y los intentos del régimen por eliminar los sindicatos independientes y sustituirlos por otros que le son afectos, con mayor interés en seguir los lineamientos políticos de la clase gobernante que en el bienestar de sus miembros.

Finalmente, debemos considerar las consecuencias individuales y colectivas del marxismo. Un sistema basado en la propiedad privada y la libertad económica estimula la inversión, la innovación, la producción eficiente, la identificación de oportunidades de negocios mutuamente atractivos, la superación personal y la generación de valor económico. El sistema marxista elimina toda forma de estímulo individual, al centralizar las decisiones económicas. El espíritu emprendedor desaparece al no existir el estímulo económico.

La motivación de superación personal como forma de superación económica se debilita, porque la afiliación política es más importante que el talento personal. La frustración se apodera del individuo al no poder controlar su destino. No es mera coincidencia que muchos países con economías inspiradas en el marxismo han abandonado este modelo, sustituyéndolo por otros con base en el libre mercado.

 
El socialismo es una corriente política y social que surge en el s. XIX tras la reivindicación del proletariado que apareció en Inglaterra tras la Revolución Industrial. Marx y Engels fueron sus grandes estudiosos, hicieron un socialismo utópico o ideal de muy difícil práctica sin duda.
El socialismo se basa fundamentalmente en:
- los medios de producción pertenecen al Estado, él organiza la producción y la distribuye entre sus miembros. Aunque permite la propiedad privada.
- importancia de los servicios sociales, éstos han de ser del Estado o gestionados por él para el beneficio de todos.
El socialismo alcanzó su apogeo político a finales del siglo XIX en el bloque comunista de Europa, la Unión Soviética, estados comunistas de Asia y del Caribe.
Durante la segunda mitad del siglo XX fue de gran importancia para el llamado bloque socialista, que la Unión Soviética liberara a los países ocupados del Tercer Reich en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial, pues estos mismos posteriormente adoptaron sistemas de gobierno socialistas que hicieron que el campo socialista alcanzara un amplio dominio.
Indicadores del desempeño de modelos políticos ajenos al modelo socialista durante el siglo XX son por ejemplo, los grandes avances en la tecnología, como por ejemplo en los programas espaciales, así como la gran tecnología militar, principalmente en Estados Unidos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la tensión militar-ideológica entre el bloque socialista, encabezado por la Unión Soviética, y el capitalista, encabezado por Estados Unidos, desembocó en un enfrentamiento político que se conocería como Guerra Fría. Se conoció de ella extraoficialmente y fue la competencia por la superioridad en todos los aspectos y lograr así el dominio completo (pero no directo) de la mayor cantidad de países. Culminó con la desintegración de la URSS por sus contradicciones económicas y políticas señaladas como defectos de los modelos socialistas y fuertes presiones externas, acompañada de una pronunciada crisis en los demás estados socialistas, principalmente los europeos, consecuencias propias del establecimiento de modelos socialistas y comunistas extendidos.